16 junio 2009

donde me fui a perder


Pequeñas historias que no valen nada, pero que son la fortuna de quien las escribe. Símbolos, trazos irregulares que pueden no significar nada o pueden significarlo todo. No sé por qué escribo, simplemente lo hago porque lo necesito, y necesito que alguien lo lea, aunque no diga nada. Quizá intente buscar respuestas combinando las 26 letras, para formar palabras ya inventadas, que a su vez formarán frases que a nadie antes se le habían ocurrido ni sé le ocurrirán a nadie más. Si me exprimo el cerebro no consigo escribir nada que merezca la pena, porque yo escribo con el corazón. Quizá por eso jamás seré capaz de escribir un libro. Me siento sola y me refugio en unas cuantas palabras que nada van a solucionar, pero que me ayudan a reflexionar sobre cuál es mi lugar. Un lugar que todavía no sé cuál es y que algún día no muy lejano espero encontrar. La soledad a veces es mi mejor amiga y otras es una rival con la que tengo que luchar. A menudo pienso que mi cabeza va a explotar, que mis piernas dejaran de caminar y mi boca articular palabra no podrá. Pero nada de eso sucede y consigo seguir pensando, caminando y hablando aunque no sé en qué, hacia dónde o por qué.

2 comentarios:

Álex dijo...

lo has conseguido

adrenalina. dijo...

espero ansiosa otra reflexión para seguir leyéndote. ;)